Crónica de un embarazo: Steak well done
Supongo que todo padre recuerda el momento en que anunció a sus seres queridos su embarazo.
Recuerdo el aluvión de llamadas que mi amor encadenó a su familia cercana. Como suele pasar, sus hermanas y primas –que también son hermanas- acabaron siendo más rápidas que ella, y el factor sorpresa se iba desvaneciendo en la mañana de aquel sábado madrileño de noviembre.
Mi familia estaba destrozada por la tragedia. Decidí esperar y me guardé la notícia. De todas maneras, las sensaciones eran tan encontradas que no sabía entonces como comunicarles la nueva. Eso sí, cumplí con una vieja promesa entre amigos.
Además –recuerden: soy hombre de confeccionar listas- paladeé el cómo le diría la noticia a mis amigos más frikis (de alguna manera, todos lo son por el mero hecho de serlo).
Adoro el comic. Y dentro del comic, el género superheroíco. Y dentro del género, algunas obras concretas. Una de ellas, la más crepuscular, es el “Kingdom Come”. Una historia que habla de viejos héroes que regresan de nuevo a la acción para poner fin a los desmanes de una nueva –y perdida- generación y dispuestos a enfrentarse por última vez a sus antiguos enemigos y a sus propios miedos no vencidos.
En su epílogo, Wonder Woman y Superman intentar sorprender a Batman con la notícia de su embarazo. Evidentemente, el mejor detective del mundo les chafa la sorpresa.
Desde que lo leí, supe que esa era la manera de comunicar la noticia. No todos son tan mitómanos como yo, claro, por lo que primero tenía que conseguir refrescasen la memoria volviendo a leer el cómic: campaña al canto (“creo que deberías releerlo”).
Después preparé el terreno. Un viejo restaurante íntimo, conocido por todos nosotros. Mi amor, mi cómplice. Me tocaba el papel de Superman.
Los reúno a todos. Faltan varios ausentes. Incluso pienso en tener conexión permanente por teléfono con ellos, pero desisto. Todavía no soy Lex Luthor para establecer videoconferencias.
Pido leche y mi amor agua. La primera pista. ¡Leche antes de cenar!. El viejo cortometrajista protesta: “¡Pero si tú eres Batman! ¡deberías pedir café –en dosis abundantes-¡”. El más veterano del grupo sospecha. El viejo galáctico no se atreve a decirlo. Pido bistec –muy hecho-. Mi amor brinda por los viejos amigos y continúa con la actuación: “tenemos que deciros una cosa…”. Ah. Es entonces cuando Batman suelta “estás embarazada” ante el estupor de los padres. Aquí es mi amor quien tiene que completar la frase. La timidez hace que los viejos héroes no se atrevan a adelantarse.
Poco tiempo después, en el bar de un hospital, pedí leche antes del menú de mediodía. Cuando mi amor les dijo a mi hermano y su prometida que teníamos que anunciarles una cosa, él, casi sin inmutarse, le contestó “¡estás embarazada!”. Y sin tener que pedir bistec muy hecho.
Recuerdo el aluvión de llamadas que mi amor encadenó a su familia cercana. Como suele pasar, sus hermanas y primas –que también son hermanas- acabaron siendo más rápidas que ella, y el factor sorpresa se iba desvaneciendo en la mañana de aquel sábado madrileño de noviembre.
Mi familia estaba destrozada por la tragedia. Decidí esperar y me guardé la notícia. De todas maneras, las sensaciones eran tan encontradas que no sabía entonces como comunicarles la nueva. Eso sí, cumplí con una vieja promesa entre amigos.
Además –recuerden: soy hombre de confeccionar listas- paladeé el cómo le diría la noticia a mis amigos más frikis (de alguna manera, todos lo son por el mero hecho de serlo).
Adoro el comic. Y dentro del comic, el género superheroíco. Y dentro del género, algunas obras concretas. Una de ellas, la más crepuscular, es el “Kingdom Come”. Una historia que habla de viejos héroes que regresan de nuevo a la acción para poner fin a los desmanes de una nueva –y perdida- generación y dispuestos a enfrentarse por última vez a sus antiguos enemigos y a sus propios miedos no vencidos.
En su epílogo, Wonder Woman y Superman intentar sorprender a Batman con la notícia de su embarazo. Evidentemente, el mejor detective del mundo les chafa la sorpresa.
Desde que lo leí, supe que esa era la manera de comunicar la noticia. No todos son tan mitómanos como yo, claro, por lo que primero tenía que conseguir refrescasen la memoria volviendo a leer el cómic: campaña al canto (“creo que deberías releerlo”).
Después preparé el terreno. Un viejo restaurante íntimo, conocido por todos nosotros. Mi amor, mi cómplice. Me tocaba el papel de Superman.
Los reúno a todos. Faltan varios ausentes. Incluso pienso en tener conexión permanente por teléfono con ellos, pero desisto. Todavía no soy Lex Luthor para establecer videoconferencias.
Pido leche y mi amor agua. La primera pista. ¡Leche antes de cenar!. El viejo cortometrajista protesta: “¡Pero si tú eres Batman! ¡deberías pedir café –en dosis abundantes-¡”. El más veterano del grupo sospecha. El viejo galáctico no se atreve a decirlo. Pido bistec –muy hecho-. Mi amor brinda por los viejos amigos y continúa con la actuación: “tenemos que deciros una cosa…”. Ah. Es entonces cuando Batman suelta “estás embarazada” ante el estupor de los padres. Aquí es mi amor quien tiene que completar la frase. La timidez hace que los viejos héroes no se atrevan a adelantarse.
Poco tiempo después, en el bar de un hospital, pedí leche antes del menú de mediodía. Cuando mi amor les dijo a mi hermano y su prometida que teníamos que anunciarles una cosa, él, casi sin inmutarse, le contestó “¡estás embarazada!”. Y sin tener que pedir bistec muy hecho.
3 Comments:
Muchas felicidades.
la saga continua....
Exiliao forever
A nosotros, tu comunicación fue más llana, más directa, más inesperada y menos friki. Pero quiero que sepas q la noticia me hizo tanta ilusión como a un hermano.
(pero continuo discrepando con el nombre... jejeje)
Sí, exiliado (no de los corazones, ojo). La saga continúa. No sé si la friki también, pero la de la sangre sí.
Bueno, spinderman, con vosotros no podía el contexto ser tan friki. Pero, me reconocerás, necesito gente que haya leído las referencias que manejo!. Pues fíjate que el nombre es el más utilizado en el Reino Unido. Sí, sé que eso no significa nada. Pero hay que evitar la uniformidad!.
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