El cumpleaños de mi amigo
¿Qué te une a un amigo?. Las vivencias pasadas, claro. Un amigo fiel te sirve de bitácora de tu vida, de blog humano donde vas escribiendo tus desventuras. Por eso lo cuidas, lo quieres, lo acaricias como a ese diario al que le desvelas los secretos más íntimos.
Unen las aficiones comunes. Un interés por un concepto de arte, de estética, de juego, de contraseñas afines.
Une el respeto, la comodidad al encontrarse el uno con el otro. El pensar en que de cualquier cosa disfrutarías más si él estuviera a tu lado. El querer compartir con él las bellos momentos. La sensación, en definitiva, que a su lado todo es mejor. Y si no mejor, más intenso.
Es el cumpleaños de mi amigo. Y si he de poner una imagen suya, no se me ocurre ninguna mejor que una en que sostenga una cámara.
Porque mi amigo es un genio de la imagen. Y de la psique humana. Es empático y respetuoso. Y tiene sentido del humor. Cuatro cosas que le hacen ser todo un artista.
Mi amigo, pues, es un cineasta. Porque sabe y quiere decir cosas sobre las personas. Y tiene un don para encuadrarlas. Para buscar la composición perfecta para los sentimientos.
Mi amigo es un lince para eso de los sentimientos. Cuando le conocí me pareció un hombre de western. De pocas palabras y mucha acción. Me ayudó, incondicionalmente, sin casi conocerme. Me gusta pensar porque vió algo de similitud en mí.
Le he visto evolucionar, conseguir cosas. Trabajar. Escribir. Filmar... Enamorarse. Y enamorarse de una manera sincera, tierna, nada efusiva y sí tremendamente contagiosa. Como es él. Un hombre de una pieza.
Un vaquero moderno, errático y romántico. Porque sigue creyendo en su amor, sus amigos y su família. Eso le convierte también en un hombre de honor.
Como últimamente ha tenido, por desgracia, que vivir también mis malos momentos, desde aquí mi confesión de admiración por él. Sí, ya sé que lo sabrá. Pero como viejos vaqueros crepusculares poco dados a los halagos verbales, me gustará que lo lea y calle.
Tengo un amigo que es un tesoro.
Unen las aficiones comunes. Un interés por un concepto de arte, de estética, de juego, de contraseñas afines.
Une el respeto, la comodidad al encontrarse el uno con el otro. El pensar en que de cualquier cosa disfrutarías más si él estuviera a tu lado. El querer compartir con él las bellos momentos. La sensación, en definitiva, que a su lado todo es mejor. Y si no mejor, más intenso.
Es el cumpleaños de mi amigo. Y si he de poner una imagen suya, no se me ocurre ninguna mejor que una en que sostenga una cámara.
Porque mi amigo es un genio de la imagen. Y de la psique humana. Es empático y respetuoso. Y tiene sentido del humor. Cuatro cosas que le hacen ser todo un artista.
Mi amigo, pues, es un cineasta. Porque sabe y quiere decir cosas sobre las personas. Y tiene un don para encuadrarlas. Para buscar la composición perfecta para los sentimientos.
Mi amigo es un lince para eso de los sentimientos. Cuando le conocí me pareció un hombre de western. De pocas palabras y mucha acción. Me ayudó, incondicionalmente, sin casi conocerme. Me gusta pensar porque vió algo de similitud en mí.
Le he visto evolucionar, conseguir cosas. Trabajar. Escribir. Filmar... Enamorarse. Y enamorarse de una manera sincera, tierna, nada efusiva y sí tremendamente contagiosa. Como es él. Un hombre de una pieza.
Un vaquero moderno, errático y romántico. Porque sigue creyendo en su amor, sus amigos y su família. Eso le convierte también en un hombre de honor.
Como últimamente ha tenido, por desgracia, que vivir también mis malos momentos, desde aquí mi confesión de admiración por él. Sí, ya sé que lo sabrá. Pero como viejos vaqueros crepusculares poco dados a los halagos verbales, me gustará que lo lea y calle.
Tengo un amigo que es un tesoro.
1 Comments:
Pues felicidades a ese amigo que también lo es mío y albricias y rezapatetas!, el hombre Omega ha vuelto!. Abrazos menguantes para los dos.
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