Secundarios populares
¿A quien pertenece un personaje que forma ya parte del inconsciente popular?Cuando un artista crea un personaje no hay duda que desconoce su posterior destino. Puede caer en el olvido, puede ser hijo de su tiempo o puede sobrevivir generaciones y convertirse en un icono, en un símbolo.
Existen personajes que se reciclan cada X tiempo para cautivar a nuevas generaciones. Existen personajes cuya caracterización es tan fuerte y característica que cualquier cambio en su origen o motivación le desvirtuarían completamente.
¿Sabía William que Hamlet se convertiría en los libros de texto en la encarnación de la duda? ¿Era consciente Doyle que su Holmes sería el referente para miles de sabuesos detectives?. Claro que no. Pero el personaje es tan rico y cargado de matices que se convierte en un caramelo para cualquier guionista. Una revisitación del personaje cuenta con un gran valor añadido: el público comprende perfectamente qué mueve al icono.
Tarzán es el prototipo del buen salvaje. Quijote es la locura bienintencionada. Achab es la obsesión.
Somos las representaciones de nuestros deseos. Sin duda.
Y tengo la impresión que hoy es muy difícil construir mitos ricos en matices. Es casi imposible que un personaje cale en el imaginario popular y se convierta en emblemático. ¿Será por la proliferación de medios? ¿Por el consumo rápido e indiscriminado de ídolos?.
Claro, ya sé que no podemos comparar el momento en que Robin Hood se encarna en el símbolo de los “ladrones bondadosos” con su equivalente más hispano-bizarro (léase el Vaquilla o el Dioni, pobres sujetos que llenaban titulares jugando a las semejanzas). Evidentemente, los tiempos han cambiado. Ser transgresor, ser original, romper normas, se ha convertido en una quimera, en un engañoso juego. En la época de lo políticamente correcto, nos escandalizamos muy fácil. Pero es un escándalo efímero, que dura lo que nuestra memoria tarda en sustituirlo por el “escándalo” siguiente.
No sé. Me paro a pensar y … ¿cuál fue el último personaje que se inscrustó por derecho propio en el inconsciente popular? Claro, en una era audiovisual ha de provenir del mundo de la imagen (los últimos iconos populares que vienen de los medios impresos supongo son los superhéroes del comic).El último icono es Indiana Jones. Y ya no se me ocurre ninguno posterior.
Son malos tiempos para la lírica. Malos tiempos para los héroes. Malos tiempos para los símbolos. No sé si es porque en un mundo complejo se nos antojan reduccionistas. O porque, en realidad, siempre fueron hijos de un tiempo más sencillo.
Consumimos rápido. Olvidamos antes. Jubilamos pronto. En nuestra rápida cultura occidental, sólo vale la victoria efímera, el placer inmediato, la memoria olvidada, el desecho rápido.
Quizá sea eso lo que explica la poca pervivencia de los personajes populares. Y el lento olvido de los que ya están construidos. Seamos sinceros… ¿acaso no es Star Wars una reformulación actualizada de los mitos artúricos? (y mucho más simple, más despojada de metáforas y símbolos) ¿no es Superman la actualización de los viejos héroes bíblicos?. Y sintetizando todo, ¿no son Clark Kent y Luke Skylwaker versiones de Moisés?. ¿No tienen la mitad de trabajo hecho los actuales guionistas si tienen un mínimo de cultura histórica?. La respuesta, me temo, es afirmativa. El peso de lo ya hecho supera con mucho lo que se podrá hacer. La única salvedad es que una y otra, la vieja cultura y la antigua cultura, se olvidan pronto.
Ventaja para los nuevos hacedores de leyendas. Malo para todos los que sabemos que el pasado ayuda a explicar el presente. Malo para quienes sabemos que “Tiburón” es una réplica afortunada de “Moby Dick”, “Apocalipse Now” una versión magistral de “El corazón de las tinieblas”… y que Quevedo no es un personaje secundario del Capitán Alatriste. ¿O sí?.
Existen personajes que se reciclan cada X tiempo para cautivar a nuevas generaciones. Existen personajes cuya caracterización es tan fuerte y característica que cualquier cambio en su origen o motivación le desvirtuarían completamente.
¿Sabía William que Hamlet se convertiría en los libros de texto en la encarnación de la duda? ¿Era consciente Doyle que su Holmes sería el referente para miles de sabuesos detectives?. Claro que no. Pero el personaje es tan rico y cargado de matices que se convierte en un caramelo para cualquier guionista. Una revisitación del personaje cuenta con un gran valor añadido: el público comprende perfectamente qué mueve al icono.
Tarzán es el prototipo del buen salvaje. Quijote es la locura bienintencionada. Achab es la obsesión.
Somos las representaciones de nuestros deseos. Sin duda.
Y tengo la impresión que hoy es muy difícil construir mitos ricos en matices. Es casi imposible que un personaje cale en el imaginario popular y se convierta en emblemático. ¿Será por la proliferación de medios? ¿Por el consumo rápido e indiscriminado de ídolos?.
Claro, ya sé que no podemos comparar el momento en que Robin Hood se encarna en el símbolo de los “ladrones bondadosos” con su equivalente más hispano-bizarro (léase el Vaquilla o el Dioni, pobres sujetos que llenaban titulares jugando a las semejanzas). Evidentemente, los tiempos han cambiado. Ser transgresor, ser original, romper normas, se ha convertido en una quimera, en un engañoso juego. En la época de lo políticamente correcto, nos escandalizamos muy fácil. Pero es un escándalo efímero, que dura lo que nuestra memoria tarda en sustituirlo por el “escándalo” siguiente.
No sé. Me paro a pensar y … ¿cuál fue el último personaje que se inscrustó por derecho propio en el inconsciente popular? Claro, en una era audiovisual ha de provenir del mundo de la imagen (los últimos iconos populares que vienen de los medios impresos supongo son los superhéroes del comic).El último icono es Indiana Jones. Y ya no se me ocurre ninguno posterior.
Son malos tiempos para la lírica. Malos tiempos para los héroes. Malos tiempos para los símbolos. No sé si es porque en un mundo complejo se nos antojan reduccionistas. O porque, en realidad, siempre fueron hijos de un tiempo más sencillo.
Consumimos rápido. Olvidamos antes. Jubilamos pronto. En nuestra rápida cultura occidental, sólo vale la victoria efímera, el placer inmediato, la memoria olvidada, el desecho rápido.
Quizá sea eso lo que explica la poca pervivencia de los personajes populares. Y el lento olvido de los que ya están construidos. Seamos sinceros… ¿acaso no es Star Wars una reformulación actualizada de los mitos artúricos? (y mucho más simple, más despojada de metáforas y símbolos) ¿no es Superman la actualización de los viejos héroes bíblicos?. Y sintetizando todo, ¿no son Clark Kent y Luke Skylwaker versiones de Moisés?. ¿No tienen la mitad de trabajo hecho los actuales guionistas si tienen un mínimo de cultura histórica?. La respuesta, me temo, es afirmativa. El peso de lo ya hecho supera con mucho lo que se podrá hacer. La única salvedad es que una y otra, la vieja cultura y la antigua cultura, se olvidan pronto.
Ventaja para los nuevos hacedores de leyendas. Malo para todos los que sabemos que el pasado ayuda a explicar el presente. Malo para quienes sabemos que “Tiburón” es una réplica afortunada de “Moby Dick”, “Apocalipse Now” una versión magistral de “El corazón de las tinieblas”… y que Quevedo no es un personaje secundario del Capitán Alatriste. ¿O sí?.