viernes, marzo 24, 2006

Las diez películas de mi amor

Si queréis saber si ese amor que tenéis al lado es para siempre, si queréis cercioraros que ese amor al que acariciáis es lo más bonito que habéis podido conseguir -y que conseguiréis-, si a veces pensáis que el amor no es eterno... sólo tenéis que hacer una inservible lista a la que somos tan aficionados aquellos que nos jactamos de ser llamados "frikis".
No, no hace falta rellenar un test del "Cosmopolitan".
No, tampoco es necesario acudir a una vidente.
Sólo hace falta que escribáis su lista de aficiones. Sus libros favoritos (si no lee, salid huyendo). Sus canciones predilectas. No sé... serviría hasta los lugares a los que le gusta acudir.
...Y una vez escrita, intentad hallar las similitudes. Los nexos comunes que ligan cada elemento de la lista. Creedme, no falla.
¡Pero no le preguntéis! Probad hacerla vosotros mismos. También es un ejercicio a la inversa. Pensar en lo que le gusta hacer es saber si la conocéis. Es, en definitiva, un ejercicio de interés.
Yo soy cinéfilo, no descubro nada. Las diez películas favoritas de mi amor y una escena de cada una de ellas (si no son todas, sí serán significativas):
1. Antes del amanecer / Antes del Atardecer: Delpy se contornea ante Ethan Hawke a los sones de la Simone. Ethan, inevitablemente, va a perder el vuelo.
2. El viaje de Chihiro: El dragón va perdiendo sus plumas mientras un flashback nos muestra el pasado de la joven protagonista. Chihiro recuerda su nombre.
3. Los puentes de Madison: El gran Clint aparece, sin retoques ni artificios, bajo la lluvia para luchar por su amada. La Streep, como buena Libra, no sabrá decidirse.
4. Cantando bajo la lluvia: Kelly y O'Connor son uno bailando. Gene mueve levemente una cadera y ejecuta un paso sencillo y magistral.
5. El Crepúsculo de los Dioses: La Swanson tiene su última actuación ante las cámaras. Un momento antes, Holden casi recupera su máquina de escribir antes de morir.
6. Ariane: Cooper se emborracha mientras escucha una lista interminable de amantes de la Hepburn. Unos curiosos músicos zíngaros le ayudan a ello.
7. Johnny Guitar: La Crawford baja a consolar a su antiguo amor. Sterling Hayden se nos descubre como un amante de las mentiras.
8. Dolls: Dos amantes tortuosos recorren Japón atados de la cintura por una cuerda roja: Las estaciones se suceden y su destino común también.
9. Avanti!: Los cocineros italianos, realmente, saben cómo tratar a sus clientes. Jack Lemmon regresará de ver a la Família Trotta y su plato, después de varias horas, aún estará caliente.
10. Eva al desnudo: En el camerino de la Davis, Eva nos brinda -sin que sus interlocutores lo sepan aún- su primera gran actuación. Sólo una hábil criada sospecha que no es todo el trigo limpio...
... Después de este perfil cinematográfico... ¿Acaso no os enamoraríais una y mil veces más de ella? Ah... el cine compartido supone también aprender del otro.
Y, para ella, para que lo deguste siempre que quiera, un vídeo. Un momento de felicidad:

Los vampiros no saben bailar

Antes de escribir sobre las dos mejores series de TV que he podido ver jamás, un pequeño aperitivo: Una de esas secuencias que siempre me han hecho reir. En uno de los capítulos de la primera temporada de "Angel", podemos ver a su actor protagonista, David Boreanaz, improvisando un baile (más bien imaginándo cómo sería). El vampiro taciturno, solitario, el alma condenada a purgar eternamente los pecados de dos siglos, se revela como un pésimo bailarín ¿o no?

lunes, marzo 20, 2006

Un domingo, ambulante y gris

Era un domingo por la mañana. El día era gris, de esos que tanto me gustan a mí (no por lo gris, sino por la ausencia de esos haces de luz solar que tanto dañan mis ojos mutantes). A un lado, dos niños que luchaban por estar atentos. Al otro lado, mi amor soltaba alguna lagrimita por lo que estaba viendo.
(me encanta ir con mi amor a ver una peli que sé que me va a gustar y le va a emocionar: en esos momentos en que a los dos nos emociona lo mismo sé que estoy muy cerca de ella)
(sí, ya sé que es un poco tarde para que se emocione con “Watchmen”, pero me temo que eso es un problema de que no nos hubiéramos enamorado hace veinte años ¡malditos viajes en el tiempo!)
(pero no conozco a nadie que cuando llore por una escena emotiva parezca tan sincera y bella: siempre será una niña grande, capaz de deslumbrarse ante cualquier cosa bonita, sea una ciudad, un bebé, una película o una poesía)
Domingo mañana, pues. La pantalla vomita, una tras otra, imágenes turbadoras, imágenes que hablan de magia y magos buscando sus corazones. Abuelitas que son jóvenes, jóvenes que son en realidad ancianas, llamas que cambian según su estado de ánimo, espantapájaros galantes, perritos fieles y niños que se disfrazan de Gandalf.
Tal descarga de talento abruma, cierto. Tanta inteligencia desborda. Tal riqueza de caracterización en todos los personajes, secundarios o no, dispersa. Que al espectador se le suponga inteligente (¡menos mal!) hace que la película esté llena de sutilezas en vez de desnudos argumentales.
Sí, es una peli barroca. ¡Cómo no va a serlo si hay más ideas en metro de película que en series de Tv enteras!.
Pero Miyazachi consiguió que ese domingo gris fuera mágico y bello por algo más de dos horas. No. Seguro que durante mucho más.
Porque si por algo merece la pena vivir, que diría el maestro Allen es por Miyazachi. Por una lágrima de emoción de tu amada, por Viena, por Sinatra… y por “El castillo ambulante”.
Cine=Magia. Si alguien quiere demostrarlo, que se haga con una copia de esta cinta.
La mejor peli del año estrenada en España, sin duda. ¿Quién la va a superar?
(Y Joe Hisaishi es, definitivamente, el más grande compositor de cine de todos los tiempos. Venga, sí, Rota y Hermann le pueden acompañar en el olimpo de los dioses).

jueves, marzo 16, 2006

Sólo vemos de las estrellas sus viejas fotografías

…Cuando mi hermano ande con hijos y me invite una tarde de domingo a comer a su minimalista casa, equipada con la más alta tecnología de pantallas planas y de poco espacio, me gustará saber que seguiremos hablando de “Watchmen”. Y no es que avancemos mucho, ni tan sólo descubrimos giros nuevos en la ya archiconocida trama del más legendario tebeo que existe. Qué va. Pero nos divertimos dando vueltas a su estructurada simetría, a esa perfección relojera, a esa revelación viñeta a viñeta de lo que esconden las máscaras de los personajes mucho antes de que sea explícito….
Hablaremos de sus personajes y seguiremos discutiendo de porqué Rorschach se quita la máscara antes de morir (¿orgullo?, ¿dignidad?, ¿héroe?), de si el Comediante es un fascista o sólo un bufón superado por una trama descomunal, si Veidt es un interesado disfrazado de utópico, si Manhattan es el que –indirectamente- desata la escalada nuclear… Ningún protagonista es plano y todos son ambíguos, de todos podríamos hablar y perfilar sus aristas y sólo podríamos elucubrar sobre sus acciones, tal es la complejidad con la que están retratados.
Watchmen será siempre el tebeo que más he releído. Con el que más he disfrutado. El más cerebral, sin duda. La demostración,perenne e inmortal, que el cómic no tiene nada que envidiar a ningún otro medio. El tebeo que puedes regalar a cualquiera para que se calle ante la evidencia: no existe el “cine para pobres”, sólo buenas y malas historias. Y Watchmen es la mejor. La historia que trascendió a la guerra fría, la historia de un moderno Alejandro Magno bañado de sangre, la historia de una calle, una esquina con un kiosco cualquiera, la de un pirata enloquecido…. Alan Moore consigue que pequeñas apariciones de un escritor de ciencia-ficción hagan que su muerte sea para nosotros emotiva. Y eso sólo se lo he visto hacer (con un astronauta) a Miller en su “Dark Knight”, otra obra de estructura milimetrada.
Momentos de Watchmen para el recuerdo, para que volvamos a hablar de ellos en una comida en… no sé ¿marzo del 2016?.
1. “Es abril de 1952…”. Manhattan en “Relojero” nos demuestra que el tiempo no es lineal, que sólo vislumbramos una pequeña parte de lo que somos –y, sobre todo, de lo que nos ha hecho ser lo que somos- al estar tan limitados en nuestra percepción. Es un Dios para el que no existe secretos. Es Marzo del 2006 y estoy escribiendo en un blog. Mañana caerá una pequeña fotografía de mis manos en esta misma mesa. En marzo del 2004 escribía en un foro sobre Watchmen… La definición del talento la fija Moore en el guión de este capítulo. Quien lo haya leído sabe automáticamente que la obra se transforma en ese momento en algo más que una historia. Y es que Jon sólo quiso ser Relojero… y se acabó transformando en el señor del tiempo.
2. Veidt…cualquier momento de Veidt. Un personaje que podría ser estereotipado, un villano sacado de cualquier saga de Bond y que Moore convierte en un ser digno de compasión. Un hombre equivocado, el nazi perfecto, el moderno Hamlet, el hombre que un día decidió ser inteligente… eso sí, ojalá no fuera de este mundo. Venga, un momento: principio de la obra. Adrian puede hacer que Rorschach se precipite al vacío y no prosiga con su investigación. Pero duda. Le vemos de espaldas, solo, igual que en la última viñeta en que aparecerá. Sólo, de espaldas a un globo del mundo.
3. Todas las apariciones del diario ultraderechista… En el relato de Moore, la libertad de prensa está representada por medios cercanos al fascismo. La auténtica verdad, a su alcance. El fascismo tiene matices, nos dice Moore. Así, Rorschach quizá sea al final el único héroe (recordemos que se humanizará durante la obra hasta que no necesite esa máscara con la que se esconde del horroroso mundo). Por eso el Comediante no ofrecerá resistencia ante su muerte. El hombre, Veidt, que -en una entrevista en los textos adjuntos- se define “progresista” será, en definitiva, el hombre que controlará el nuevo y utópico mundo (controlará medios, empresas, porno, pañales, perfumes…”sólo yo y el mundo”).