jueves, abril 27, 2006

Sobre futbolistas y héroes

El 1% de la población española controla el 20% de la riqueza total del país. Según la edición de “La Vanguardia” del domingo 23 Abril, ese 1% lo componen algunos empresarios, promotores inmobiliarios, banqueros… y los futbolistas de élite.
Cuando ayer millares de aficionados culés celebraban hasta altas horas de la noche el triunfo de su Barça pensaba en mi anterior post y en las pasiones de cada uno.
Pensaba en que un compañero de trabajo puede acudir hoy con una bufanda del club al que adora y es recibido con simpatía y felicitaciones mútuas. Pensaba que yo, en cambio, tendría que explicar ante el 99% de contemporáneos mi pasión por las figuritas limitadas.
Y lo tengo muy claro: entre el desprecio y prepotencia con que el multimillonario Etoo (que encima es tratado en algunos medios de solidario y ¡ejemplo!) trata a sus compañeros y aficionados y el Brian Bolland que en Gijón pasea tranquilamente por sus calles sin ser reconocido por nadie y acaba invitándote a un café, yo me quedo con el dibujante Bolland.
A mí, al menos, me ha hecho más feliz narrándome intensas historias. Y no me hace sentir tonto como casi todos esos futbolistas de los que nos hacen devorar notícias y ¡pobrecitos! los medios acaban reclamando a los clubs que les den vacaciones y descanso para que no se agoten. Y me siento tonto cuando la gente se pone en pie a aplaudirles cuando hacen una carrerilla.
Tonto porque no lo entiendo.
No sé si los que no comprenden porqué me apasionan las figuritas se sienten tontos por eso. Sospecho que no.
Yo, a estas alturas, ya no respeto el ¿trabajo? de esos futbolistas o “artistas” que hablan de sus “merecidas” vacaciones y obtienen el multitudinario reconocimiento y admiración. Los medios nos venden esas personas como referentes. Y así como despreciamos a todos los banqueros (que se aprovechan del trabajo de los demás), intentan hacer que admiremos a esos futbolistas que sólo piensan en lucrarse más trabajando menos.
Y el pobre aficionado creyendo que son sus modernos dioses.
Yo seguiré creyendo que me merece más respeto Bolland. Hace su trabajo y le pagan por ello. Y yo le admiro por darme sueños. Seguro que se los cree más que los otros “artistas”.
(en la foto, el Batman diseñado por Bolland y otro regalo de mi amor por mi cumple. Seguro que al escultor no le han aplaudido de pie cientos de miles de entregados adeptos al acabar su obra)

martes, abril 25, 2006

Un regalo inesperado

Un regalo es alguna cosa, material o no, que se saborea mucho más cuando es inesperado y su valor aumenta en proporción al valor que le des a la persona que te lo da. Cuanto más quieras a la persona, más ilusión te hará. Y si es un regalo largamente deseado y anhelado, todavía más.
También hay personas que te dan regalos que crees no merecerlos. Es decir, si existe una relación de gran amistad/amor/vínculos familiares con la persona que te regala, sabes que eso es debido al lugar que ocupas en su corazón. Cuando el obsequio proviene de personas que no tienes tanta ligazón –aparentemente- la sorpresa es mayor: comprendes que sí que ocupas un pequeño rincón en su estima.
Existen personas generosas que disfrutan regalando porque saben que es una muestra de entrega. Existen personas más parcas en detalles que cuando lo hacen sabes que es de corazón. Como Bogart: cuando decía, escuetamente, “Te quiero”, sabías que era una verdad irrefutable.
Y regalos hay de muchas clases. Tantas como personas, que diría Serrat.
Para mí un regalo puede ser una pizza americana que hacía mucho tiempo no veía. Una llamada dulce en un momento tenso. Un correo que sabes fue escrito en un momento de mucho trabajo. Un libro de poemas que te de un amigo.
Para mí un regalo es que una amiga mejore de una enfermedad inesperada. Desde aquí, besos a nuestra particular interiorista de corazones y casas. La propia cama sabe a gloria cuando has estado internado en un hospital. Que sepas que nuestro particular Dios Friki también vela por tí.
Yo, el día de Sant Jordi, también recibí un regalo inesperado. En el día del libro, aparte de un comic, habrá que añadir que también recordéis regalar figuritas.
Desde el domingo, en mi comedor descansa el gran Spike, vampiro redimido, rebelde domado, alma de poeta. Y es que había que dejarle sitio en nuestro hogar. Porque ahí recibimos a todos los que aman desesperadamente, a todos aquellos que antepongan su bienestar al de la persona amada. Porque de ellos es el reino de los frikis, los triunfadores de una sociedad que ve el regalo como una obligación y no como un acto de entrega.

sábado, abril 22, 2006

En el día del libro, un tebeo

... Me adhiero a la campaña de algunos blogs y demás voluntariosos. En el día del libro, en el día en que Sant Jordi mata a un dragón y Shapeskeare se da la mano con Cervantes, en el día en que muchas personas que no leen se ven impulsadas a curiosear novedades editoriales y algún que otro clásico reeditado con portadas de películas basadas en ellos, en ese día, no dudes en comparar un buen libro con un buen comic. No dudes en regalar un comic si intuyes que a tu pareja le puede interesar.
En tiempos en que la lectura de un diario ya es considerado un ejercicio intelectual, en tiempos en que se publican demasiados libros que son llamados así cuando son banalidades masturbatorias sin ningún interés, en tiempos en que universitarios creen a pies puntillas las tesis de códigos davincis porque no tienen ninguna otra base con qué comparar, en estos tiempos -decía- si quieres descubrir a tu novio/a (curioso: aquí la igualdad también ha llegado, e igual regalan libros hombres y mujeres, no sé si las rosas también) un mundo de fantasía en que todavía el lector haga un esfuerzo para comprender la historia que le proponen, regala un comic. Un buen comic. Hay muchos. Y, afortunadamente, de todos los estilos y para casi todos los públicos.
España no está -ni estará- al nivel de Francia, donde los comics compiten de igual a igual con los libros tradicionales. De hecho, todos sabemos que la industria del comic española tiene mucho de endogámica y elitista. Que no hay educación al respecto y que somos pocos los que, superada una edad, seguimos leyendo tebeos sin complejos.
Pero, creedme, quien quede deslumbrado por la fantasía de esa combinación de texto e ilustraciones narrativas también a una cierta edad, es muy probable que repita. Es muy probable que quede enganchado, lentamente, a un mundo donde la única limitación es la imaginación. Y lo sé porque mis personas más queridas los leen.
Si mañana regaláis "Maus" o "El almanaque de mi padre", sabed que el destinatario, si nunca ha leído comics o los identifica con los que leyó en su infancia, quedará gratamente sorprendido. Y todavía siguen siendo más digeribles que "En busca del tiempo perdido".
Y de "Barrio lejano" al "Born Again" hay un paso muy pequeño. El que dinamita los prejuicios (yo sigo intentando que todas las personas a las que aprecio lean "Watchmen": pero es por su bien, sí, lo sé).
Yo, posiblemente, tenga la suerte de que mañana tenga en mis manos un comic regalado por mi amor. Espero que todos tengáis esa dicha. Y luego, hablad de ello.

viernes, abril 07, 2006

"V" de Vergüenza

Abril 2006. Londres. Residencia Wachowsky.
Los hermanos Wachowsky, arrodillados, suplican por su vida ante V, solemne, desafiante. Saben que tras su máscara se esconde el rostro del último mago, Alan Moore. Saben que bajo la máscara se esconde una idea: la de la dignidad, la del honor perdido… la del talento. La máscara está indignada. V lleva en una mano una rosa y en la otra su puñal. Larry Wachowsky, del que ya no se sabe si es hombre o mujer, sino mutante diabólico, habla:
- “No, por favor. Perdónanos la vida…¡no nos mates!”
- “Bonjour, mes amis. ¿Sabéis que estáis condenados, verdad ?
- “Hicimos lo que querías: ¡borramos tu nombre de los créditos! ¿qué mas quieres de nosotros?”
- “Ah, mon cherie… desearía que no rodaseis cine. Que no engañárais a los adolescentes palomiteros descerebrados a los que se dirige ahora el moderno Hollywood… Ah, mon cherie, desearía que no hubiérais proporcionado a esos adolescentes consentidos que se creen anti-sistema otra excusa para la violencia cuando algo no les guste o fruste. Desearía que tuviérais una idea propia que destrozar, que desvirtuar, que fagocitar.
- “Pero, pero –lloriquea Andy- Alan, nosotros somos la imagen de la modernidad: dar gato por liebre, envolver la nada con una excusa pretenciosa de trascendencia! ¡Si nos aniquilas a nosotros aniquilas a tu tiempo”
- “Ah, mi tiempo… - la voz de Moore tras la máscara es atronadora ahora- … mi tiempo ha muerto ya. Yo escribí una obra ambigua, donde todos los personajes eran villanos, donde todos obraban de igual forma para conseguir sus fines. Matando, torturando, utilizando a los demás… Era mi condena a toda forma de violencia, a toda forma de autoritarismo. Era un grito a la libertad individual, al libre pensamiento. (suspira) Lo que vosotros habéis hecho es un lifting ideológico para los que aman el botellón como arma de protesta. Habéis convertido el sueño en la peor pesadilla.”
V deja caer su rosa. Se da media vuelta y se encamina a una enorme ventana. Larry, el mutante, grita:
- “¡V!. Nos perdonas la vida! Gracias! No volveremos a saquear ni plagiar ningún comic! ¡No nos volverás a ver! ¡Dejaremos en paz el cine!”
V, ya sobre el alfeizar: “No, no volveréis a saquear nada. Hace diez minutos que os maté, mientras dormíais. Adios, hermanitos. ¡Nos vemos en el infierno!”
Sin saber qué hacer en los pocos minutos que les quedan, los hermanos se miran y sollozan.
En ese mismo momento, y aprovechando la falta de vigilancia, un adolescente drogado se baja de la bici con que ha atropellado ya ¡en la acera! a dos viejecitas y escribe con un spray una gran “V” en la pared de la enorme mansión de los Wachowsky. Satisfecho de su lucha antisistema, se marcha corriendo. Ha de comprarse nueva ropa, bajarse de Internet las últimas canciones de Coldplay, sacar a pasear a su perro-ladrador-jode-vecinos y romper botellas en la calle que ahora es suya. Pero ahora tiene otra excusa cuando le recriminen su actitus ¡su ídolo es “V”, ese puto héroe que ha visto en la pantalla, mientras reía a mandíbula viviente- jodiendo a los compañeros de butaca-¡ ¡ese puto héroe que mata a los fascistas!.
El verdadero “V”, subido a un árbol, le ve alejarse. Él también tiene mucho trabajo. Queda mucho progre estúpido que matar.

martes, abril 04, 2006

Lenders, Warner y el ojo del tigre

En el año 91 me entró la fiebre de la visera y el chándal. Emitían por primera vez “Campeones” (Capitán Tsubasa en original, “Oliver y Benji” en subtítulos) y descubrí un mundo donde los futbolistas eran lo más parecido a una adaptación de superhéroes que yo había visto hasta entonces.
Supongo que ahí estaba la clave: todas esas exhibiciones gimnásticas imposibles en torno al balón -mientras intercambiaban diálogos retándose- era la perfecta traslación de los tebeos Marvel a la animación. Lo que a otros les espantaba a mí me fascinaba.
Siempre me ha aburrido ver un partido de fútbol. El espectáculo es mínimo, la épica escasa. Por eso mi interés por él fue disminuyendo a medida que esos héroes modernos, esos gladiadores cono Hierro, como Santillana, fueron desapareciendo.
Por eso descubrir que de un partido de fútbol podía extraerse batallas sin treguas, esfuerzos sobrehumanos fue balsámico…¡y sin hablar de fichajes multimillonarios y corruptelas varias! (fíjense que sus protagonistas son juveniles… y el único jugador adulto, Roberto, es un alcoholizado atormentado: parecen tener muy claro que había que apostar por suspender la credulidad).
Oliver Atom era un moderno Clark Kent que, él solito, conseguía hacer buenos a todos sus compañeros (¿como Maradona, siempre en equipos flojillos?). De hecho, en la segunda temporada, le despojan de sus compañeros Price y Becker para así hacer las contiendas más equilibradas… Risueño, optimista y tenaz era el héroe perfecto.
Benjamín Price era el contrapunto altivo. El portero que jugaba lesionado para justificar que le marcaran un gol de vez en cuando. Un tanto repelente, parecía basarse en N’Knono, ya que nunca le veríamos sus preciosas piernas.
Tom Becker era el otro lado del tridente fabuloso. Un derroche de virtudes. Tantas bondades destilaba que tuvieron que exiliarle pronto.
En el equipo del New team el resto de jugadores eran comparsas más o menos cómicos que tocaban balón de cuando en cuando para recordarnos que el fútbol es un deporte de equipo.
Sí, ya sé que algunos me dirán “la animación es pobre”, “el campo medía 110 kilómetros y los partidos se alargaban durante veinte episodios”… Ah, pero olvidan que ahí estaba precisamente el mérito: ¡con cuatro dibujos los directores hacían un capítulo trepidante!. ¿Cómo? Con una muy hábil utilización de la música (esas guitarras setenteras a toda pastilla!), las voces en off (ese invisible narrador) y un extraordinario uso del montaje.
Todo era legendario: empezar perdiendo, jugar lesionados, las tácticas sacadas de manuales militares para frenar a Atom (venga, que alguien iguale la Catapulta Infernal de los Derrick..). Y siempre el héroe al final en su camino a la gloria. Sí, alentaba la competitividad, sí, establecía una clara dicotomía buenos-malos, sí, no era políticamente correcta para que la vieran niños. ¡Pero es que creo que si hubiera sido un niño cuando la ví no me hubiera enganchado así!.¡Organizaba partidos de fútbol con mis amigos sólo para jugar de portero y subir a rematar constantemente! (para desespero de mis compañeros, claro). Ay, veo a Casillas hacer eso y me sigo emocionando…
Aunque había un elemento que entonces me pasaba desapercibido y ahora comprendo perfectamente: “Campeones” era un documento sobre la lucha de clases. El enemigo a batir, el Muppet, era el equipo de barrio (el de Atom se asentaba en un bonito barrio residencial: ¡Benji vivía en un palacio, por Dios!). Un equipo de hijos de pescadores, de gente humilde que sacrificaba muchas cosas para jugar al fútbol. Que querían triunfar para sacar a sus famílias de la miseria. Liderados por el rebelde Marc Lenders, el hombre de la camiseta arremangada, el Muppet contaba con todas mis simpatías. De hecho, ni siquiera dominaban la técnica (clara alegoría de que los medios de producción eran de los ricos): Lenders y los suyos funcionaban a base de coraje y empuje. Chavales de pelo largo, flequillos que les hacían imposible ver el campo, espigados como buenos heavies… y que contaban con el más carismático portero de la historia, Ed Warner, el karateca que odiaba estar bajo los palos de su portería.
Transformar a este equipo proletariado en los “malos” hacía que la chiquillería odiara a Atom y compañía, por representar a los pijos pulidos y que van al cole en el coche de papá.
Por eso “Campeones” ha hecho muucho bien por la conciencia de lucha colectiva. Yo soy fan de Lenders y Warner, los Brando del fútbol. Pensar que aún hay quien idolatra a los Beckham y Guti, a los Valdés y Torres de turno teniendo a los chicos de pelo largo enfrente os ha de hacer sospechar de qué palo van estos groupies de lo insustancial.
Los chicos pobres saben que la vida es una batalla. Golean con el tiro del tigre y se apoyan en los palos del poste para tomar impulso a la hora de bloquear el balón. Lenders es, pues, el ídolo de los suburbios. El heredero de aquél Balboa que entrenaba a los sones de Survivor.